-Mamá, me invitaron a una fiesta

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-Qué bien mi amor, ¿cuándo?

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-Aquí traigo la invitación

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-Déjame verla. Sí vamos a poder ir, es tu primera fiesta, no faltaremos. Quiero conocer a tu mejor amigo. Mi bebé ya está creciendo,  a ver un besito a mami.

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-Te amo, mami.

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Entre besos y abrazos, el amor maternal se eleva a los más grandes y sagrados sentimientos del cosmos. Hace 13 años estuvimos en la fiesta de Matías Nicanor Meléndez Aldana. Asi lo llamaba siempre mi niño. Tres años después nos mudamos a otra ciudad y dejamos de vernos.

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Preocupada en la sala de un hospital de la capital porque  mi hijo había tenido un pequeño accidente, me encontré a la mamá de Matías Nicanor Meléndez Aldana. Nos saludamos con un fuerte abrazo y ella empezó a llorar. Un terrible sarcoma se comía sus huesos.

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-Matías se va a poner contento de ver a Salomón, su mejor amigo de la infancia.

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Acompañé a mi hijo a ver a su célebre amigo, al que ya teníamos años que sólo veíamos en redes sociales practicando deportes, cantando, guapísimo y talentoso. Lasa enfermedades no respetan la belleza, inteligencia, ni las clases sociales En la habitación del hospital resaltaba la imagen lampiña y los alegres hoyuelos de su sonrisa.

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Siempre me ha gustado darle la espalda a las enfermedades, a la pobreza, a las calamidades. Fue incomodo verlo y comparar la imagen  del simpatiquísimo niño al que le había tomado tanto cariño por ser el primer amigo de mi hijo, aquel primer día de preescolar en que llegó corriendo a platicarme que tenía un amigo: Matías Nicanor Meléndez Aldana, así como le llamaba siempre por su nombre completo, sólo a él y hasta la fecha, me parece gracioso.

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Se saludaron con cariño y como si la distancia y el tiempo durante años, nunca hubieran estado de por medio, platicaron  durante un rato.

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-En cuanto salgas de aquí, deberías de ir a visitarnos -le dijo Salomón-

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-Estaría bien, aunque me siento incomodo con los gastos y todo lo que les estoy ocasionando a mis papás con esto, pero me agrada la idea.

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-Amigo, seguramente es lo que menos les importa a tus papás, cuando mi hermano murió, mis papás siempre dicen que entendieron claramente que ante la vida, ninguna otra cosa del mundo importa.  Vamos a la sierra en tres semanas, el contacto con la naturaleza siempre susurra interesantes secretos.

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-Esta bien, lo comentaré con mis papás, para ese entonces supongo estaré ya en casa alistándome para la siguiente quimio y tratando de ver el lado amable, creo que voy a verme mas interesante con las partes robóticas que van a ponerme.

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-Claro, te va a dar mucho sex appeal. Deberían ponerte una garras de titanio como las de Logan en X-men

 

Nos despedimos de él y su familia. Se quedó sonriendo y yo me sentí tan orgullosa de mi hijo, de su dulzura y bondad. Matías Nicanor Meléndez Aldana llamó para confirmar que nos acompañaría. Aunque sus padres querían estar todo el tiempo con su hijo pensaron que sería bueno que el joven saliera y se distrajera del sufrimiento que los tenía agobiados.

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Un bosque fabuloso nos abría sus puertas, el verano arrojaba la frescura de su lluvia a través de las ventanas del auto, los arroyos corrían.

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-Inhalen y exhalen muchachos, la madre tierra nos espera con los brazos abiertos. Mañana iniciamos en el parque de tirolesas.

 

Fue un día inolvidable, el escenario de las barracas y la adrenalina daba tregua al terrible cáncer por unos momentos. Había muchos jóvenes vacacionando en el lugar. Salomón me dijo que tendrían un fiesta en la noche.

 

-Mami queremos privacidad, no vayas a estar de metiche como de costumbre

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-Entendido y anotado corazón.

 

Sabía el pronóstico poco favorable de Matías que no tuve valor para decirles que era malo para la salud. Imploré por la salud de mis hijos, no soportaría perder a otro. Estamos tan vulnerables en este mundo en el que puede pasar cualquier cosa el día menos pensado y en el que lo único seguro es la muerte. Los designios del destino son poderosos y sólo de imaginar que pudo haber sido Salomón en lugar de Matías, un profundo, terrorífico y egoísta respiro recorrió mi cuerpo.

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Ellos estaban con unas chicas, tenían la música muy fuerte, carcajadas, alcohol y no sé qué más.

Escuché a alguien en el baño vomitando, me levanté a ver, era mi hijo tremendamente borracho, lo llevé a su cama.

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-Buenas noches señora- entró Matías Nicanor Meléndez Aldana con los ojos llorosos.

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-Buenas noches Matías, ¿cómo te sientes?

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-Bien, no tomé, tengo mucho miedo con el medicamento

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-Qué bueno, si no con qué les salgo a tus papás. Yo no quería que tomaran nada pero ya vez este mocoso hace lo que le da la gana con su madre.

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-Muchas gracias por invitarme, me hubiera encantado que mi mamá fuera como usted

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- Tu mamá es una mujer muy admirable. No te preocupes Matías, tampoco puedo dormir, ¿quieres platicar un rato? Este niño que me daba un miedo terrible de que algo le fuera a pasar ahí conmigo, me abrazó y lloraba inconsolable.

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-Tengo mucho miedo de morirme, no me quiero morir

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-Yo también tengo mucho miedo, y también voy a morir antes o después que tú no lo sé, da la misma todos morimos. El cuerpo es una cascarita que pasa volando por este planeta, pero estoy segura de que nuestra alma puede sobrevivir a nuestro cuerpo.

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Lo que menos me esperaba era que Matías se acercara, se acurrucara en mi pecho, después subiera un poco su rostro y me besara. Pero yo no tuve valor de alejarlo y lo dejé estar en mi boca el tiempo que él quisiera. Él se soltó llorando y me pidió perdón, le dije que me esperará un poco, fui por la botella de tequila, me empiné un trago, tomé al niño fuertemente entre mis brazos y ahora lo besé yo.