En el nombre del Padre, del Hijo,
y del Espíritu Santo….. ¡al agua!
Que bonito se divisa Dani todo a
virote. Parece tepocate acabado
de salir del huevo. Mira la
sonrisota de oreja a oreja de
Meche cuando recoge al chamaco
pa zambullirlo en la tina
rebosando de agua que está
arriba de la mesa guanga. Baña al
niño en la misma mesa en donde
hace los chicarrones que va y
vende en la alberquita del Niño
Jesús. La que queda por la 16 de
Septiembre. ¡Dios santísimo!
Mira nomas como pela la
mazorca, hasta parece que el
muchacho es suyo y no de su
hija la mediana. La que se fue a
trabajar a El Paso y ya tiene tres
años que no se regresa. Lo carga
como si fuera una bolita de maza
pa las tortillas de harina. Con
esas manos regordetas de Meche,
Danielito a de sentirse que es
una gordita de mantequilla. Que
risa tan mas pizpireta la del
muchacho. Ese niño se ríe desde
el alma, a de traer su torta debajo
del brazo. Meche lo talla con el
estropajo que compro en el
mercado Cuauhtémoc con la
misma alegría con la que tallaría
al mismo Cristo. Por el amor sea
de Dios, tan mala que fue Meche
con sus propios hijos. Aquí
mismo les bajaba las naguas a las
muchachas y les daba hasta por
debajo de la lengua con el mecate
de la luz. Pero a Dani, hasta le
recita poemas mientras lo baña.
“Agua pasa por mi casa, cate de
mi corazón, el que no me lo
adivine es un burro cabezón.
sergio castro
La casa de meche
Meche tiene a ese chamaco todo embracilado. Se le va a atiriciar y a ver después como le hace pa despegárselo del delantal. Desde que se murió Isauro,
Meche no se había reído. Nomas fruncía la boca pa arriba como ratón acomodándose los bigotes. ¡Dios misericordioso! ahora
hasta canta cuando le hecha el agua
caliente en la mollera al chimpayate.
Cuando este en las riberas del Rio Jordán, y que el mar tempestuoso esté, me estará esperando mi Cristo haya, y el Jordán solo
no cruzare. Que dichos son. Son el uno pal
otro. “Un clavo saca a otro clavo”, como
dijo Clavillaso. Meche le enjuaga los
mocos, la mugre y las lagrimas a el niño y
el niño le devuelve a ella la vida misma. Lo malo de Isauro es que era candil de la calle
y oscuridad de su casa y le encantaba la botella. Nunca se me va olvidar la noche cuando Meche le tiro la piedra del
molcajete en la cabeza para que no le
siguiera pegando. No le salió ni sangre al
pobre pero ya no regresó. Hay al otro día
salió en el Diario de Juárez, quesque los judiciales lo habían matado de un cachazo
de pistola en la cabezota. Pero solo Dios
sabe lo que en verdad paso. Apenas tenia treinta y dos años el hombre cuando le
paso lo que le paso. Meche después de eso
se hizo todavía mas dura y malacarienta de
lo que ya era. Hasta que le dejaron aquí a
este muchachito. Míralo, como se le mete
entre la chichis cuando lo va a secar.
Parece pollo remojado buscando calorcito. ¡Dios mío bendito mírala a ella! Parece
gallina culeca acurrucando al chamaco.
Hasta adivinanzas le hace pa que se ría.
“Oro no es, plata no es, el que no me lo adivine muy listo no es”.